El 19 de mayo de 1895, en los campos de Dos Ríos, caía en combate José Julián Martí Pérez, el más ilustre de los cubanos, símbolo de la independencia y la dignidad nacional. Su muerte, a los 42 años, marcó no solo un hito en la historia de Cuba, sino también un profundo dolor para todos los que soñaban con una patria libre y soberana.
El Apóstol de la Independencia
Martí, conocido como «El Apóstol» dedicó su vida a la causa de la libertad de Cuba. Político, poeta, periodista, diplomático y fundador del Partido Revolucionario Cubano, fue el organizador de la llamada «Guerra Necesaria», convencido de que solo la unión de los cubanos lograría la independencia definitiva.
El último combate
La mañana de aquel 19 de mayo, Martí marchaba junto a Máximo Gómez y Bartolomé Masó. Gómez, consciente del peligro, le pidió que se mantuviera a salvo:
“Hágase usted atrás, Martí, no es ahora este su puesto”.
Sin embargo, el Maestro, fiel a su carácter valiente y a su sentido del deber, se lanzó al combate. Vestía pantalón claro, chaqueta negra, sombrero de castor y borceguíes negros, detalles que facilitaron su identificación tras ser alcanzado por disparos enemigos.
Martí cabalgó hacia el enemigo, acompañado solo por su ayudante Ángel de la Guardia. Fue alcanzado por tres balas que le provocaron la muerte inmediata. Su cuerpo, imposible de rescatar por los mambises, fue finalmente sepultado en el Cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba, donde hoy descansa en el nicho 134 de la galería sur.
Un legado inmortal
La muerte de Martí ha sido objeto de múltiples interpretaciones e hipótesis, pero la más aceptada por los historiadores es la que resalta su valor temerario y su entrega absoluta a la causa de la independencia. Su carta inconclusa a Manuel Mercado, escrita la víspera de su muerte, resume su sacrificio:
“Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber”.
Martí no solo fue un estratega y líder político; fue, ante todo, un hombre de principios, de palabra y de acción. Su ejemplo trasciende el tiempo y sigue inspirando a generaciones de cubanos en la defensa de la justicia, la libertad y la dignidad humana.
Eterno en el corazón de Cuba
Hoy, a 130 años de su caída, José Martí vive en el corazón de la nación. Su pensamiento, su obra y su ejemplo nos convocan a seguir construyendo una Cuba más justa, solidaria y libre. Su sacrificio no fue en vano: Martí demostró con su vida y con su muerte que las ideas justas nunca mueren y que el amor a la patria es la mayor de las virtudes.
En cada cubano digno, en cada niño que aprende sus versos, en cada obrero, campesino o intelectual que lucha por un país mejor, Martí sigue cabalgando, guiando el destino de la patria que tanto amó.
Por: Lic. Dánae Aldama
