Un estudio realizado por la Escuela Nacional de Salud Pública (ENSAP), con el Grupo Nacional de Psicología de la Salud y otras instituciones, evidenció que el personal sanitario tiene una elevada implicación en el trabajo de enfrentamiento a la COVID-19, y satisfacción con ayudar, recursos positivos que se convierten en amortiguadores del estrés laboral.
También se identificó, como principal condicionante de estrés, el miedo a infectarse con el virus y contagiar a la familia y a los compañeros de trabajo, además de que se registró una elevada sobrecarga emocional, provocada por el riesgo de contraer la enfermedad y la implicación en la atención a los pacientes.
En declaraciones de Lidia Hernández Gómez, Profesora Titular de la ENSAP, manifestó que la pandemia de la COVID-19 cambió las dinámicas en todos los sectores y afectó principalmente a los trabajadores de la salud, debido al reto sin precedentes que constituye la atención a esta emergencia sanitaria y el agotamiento físico luego de tantos meses.
La también miembro del Grupo Nacional de Psicología de la Salud expresó que en estas circunstancias hay que velar por la salud mental de ese sector de la población, y para ello se cuenta con el apoyo de los psicólogos y psiquiatras presentes en cada institución asistencial.
Señaló que como parte de las acciones encaminadas a este propósito se realizó la investigación Riesgos psicosociales en el personal sanitario que atiende a enfermos por la COVID-19, que involucró a 162 especialistas de diferentes centros de la capital, quienes estuvieron en zona roja.
La Doctora en Ciencias de la Salud advierte que la seguridad de los pacientes está muy relacionada con la seguridad del personal sanitario, de ahí la importancia de cuidar su salud mental y fomentar la resiliencia.
Acerca de este aspecto, Hernández Gómez dijo que se trata de la capacidad de afrontar la adversidad y sobreponerse a ella, mediante el empleo de recursos protectores que permiten superarla y desarrollarse adecuadamente, por lo que es necesario fomentar el apoyo social y el trabajo en equipo, la autoestima, el optimismo y compartir valores como la solidaridad.
Estas acciones favorecen las buenas relaciones y repercuten en la ejecución de las tareas en el entorno laboral, las cuales no depende únicamente de los trabajadores, sino también de quienes conducen los procesos.
La pandemia de la COVID-19 cambió las condiciones laborales, sociales y familiares, por lo que la especialista manifestó la necesidad de estar informados, mantener la comunicación entre los compañeros y la participación en la toma de decisiones, que permitan enfrentar mejor esta situación y promover cambios que solucionen los continuos retos en la atención a los pacientes.
Desde el punto de vista del autocuidado recomendó cumplir con las medidas de bioseguridad; cuidar necesidades básicas como alimentarse, beber abundante agua y dormir regularmente; planificar rutinas según la preferencia; realizar ejercicio físico; y evitar comportamientos de riesgo como el consumo de tabaco y bebidas alcohólicas.
En cuanto a los directivos, comentó que deben garantizar las condiciones laborales, recursos y equipamiento para la protección; definir las tareas de forma clara y los resultados esperables; desarrollar mecanismos para identificar el agotamiento emocional y el desgaste; promover redes de apoyo social y profesional; e implementar mecanismos de reconocimiento social.
Asimismo, en el Protocolo de atención integral a la salud mental ante la pandemia por la COVID- 19, elaborado por el Grupo de trabajo para la atención a la salud mental del Ministerio de Salud Pública de Cuba (MINSAP), el personal sanitario y de apoyo, los colaboradores e integrantes de las brigadas Henry Reeve constituyen un grupo al cual se dirigen acciones para la prevención y el
cuidado de la salud mental.
Con este propósito, se han realizado investigaciones en cada territorio para identificar los riesgos psicosociales a los que están expuestos dichos profesionales en la atención y contención del virus.
Los resultados preliminares permiten generalizar experiencias, aportar información valiosa para la toma de decisiones y la adecuación de las acciones en el escenario epidemiológico actual, las cuales posibilitan estar mejor preparados ante situaciones futuras de crisis y emergencia.
(Tomado de ACN)