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Molina: As de la interpretación

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Por: Gabriela Labrada – Directora del Canal Habana

Nunca olvidaré la impresión que me causó Silvestre Cañizo. A veces me daba lástima, otras hasta miedo. Mi mamá me decía que eso era falso, pero lo hacía tan bien que no podía creerlo. Es verdad que era una niña, apenas cinco años, pero con quince, me sucedió lo mismo.

Sabía que se llamaba Enrique Molina, me aprendí su nombre desde pequeña y despertó mi deseo por la actuación.
Yo leía los créditos y decía que si él estaba, iba a ver algo bueno.

Crecí, y la televisión y la prensa plana me dejaron saber mucho más sobre este actor. Aún recuerdo mi asombro cuando vi aquella entrevista en la que dijo que había pasado por muchísimas operaciones para interpretar a nuestro José Martí. Papel, que nunca se dio.

Yo pensaba, qué hombre, qué amor a lo que hace. Cuando crezca, quiero ser así.

Crecí, y aún lo admiro. Crecí viendo que podía desdoblarse con gran facilidad: Caravana, En silencio ha tenido que ser, El Benny, Tierra Brava, El cuerno de la abundancia, y En fin el mar, Relatos sobre Lenin, son solo ejemplos de donde pudimos verlo. Pero sobre todos, en mi mente, quedará para siempre el asombro que me provocó Silvestre Cañizo.

Sabemos  que ha sido multipremiado, dentro y fuera de la isla, pero ninguno de esos lauros se compara con el amor de su pueblo.

Han sido días difíciles para la cultura cubana, que es decir su gente, Cuba.

Hoy, es otro de esos días. Enrique Molina ha partido. Estamos de luto. Pero a donde vaya, sabrán que uno de los grandes está dispuesto a dejar de ser él, y vestirse con la piel de otro ser. Solo deseo que lo guíe la luz, para que allá continúe siendo un as de la interpretación.

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