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El “Latino” está de cumpleaños

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Este martes 26 de octubre el estadio Latinoamericano está cumpliendo 75 años. Llamado en su inicio Gran Stadium del Cerro, ha sido escenario durante todo este tiempo de batallas memorables y grandes hazañas beisboleras que lo han convertido en un templo sagrado para los capitalinos y un lugar de referencia para los peloteros de otras provincias.

Desde aquel partido memorable de la Liga de Béisbol Profesional Cubana entre los equipos de Almendares y Cienfuegos, donde se dieron cita más de 31 000 aficionados, comenzó a tejerse el mito que lo envuelve, y a nacer la mística que se mantiene hasta nuestros días.

El Latino es una especie de ruedo imprescindible y consagratorio, donde se gradúan atletas bajo las altas tensiones que inspiran esas multitudes frenéticas que colman sus graderíos en desafíos determinantes. Jugar allí, desde el mismo momento de su inauguración, es anhelo, sueño, vitrina, y prueba de fuego, para todo aquel que quiera demostrar su calidad en este deporte, Patrimonio Cultural de la Nación.

A lo largo de sus más de siete décadas de existencia, el hoy cuartel general de los Industriales de la capital, ha sido sede de eventos internacionales como la Serie del Caribe, de varios campeonatos mundiales y ligas internacionales donde se desempeñaron equipos como Los Havana Cubans o los Cuban Sugar Kings, quienes se proclamaron campeones en su arcilla en el año 1959.

También dentro de sus muros se han celebrado conciertos, actos públicos y partidos de otros deportes como fútbol, boxeo, y hasta una corrida de toros.

El legendario estadio ha vivido varias transformaciones a lo largo de su existencia, pero la más importante se hizo para el Campeonato Mundial de 1971 cuando se construyeron las gradas de sol y aumentó su capacidad a más de 45 000 fanáticos, aunque esa cifra crece considerablemente al apilarse los presentes en escaleras y pasillos.

Ubicado en una ciudad cosmopolita como La Habana, mucha de la magia de este imponente coliseo está precisamente en la diversidad de los aficionados que lo frecuentan, y en el derroche de cubanía y puro folklore antillano que se respira en las gradas durante los partidos.

Marcado por hechos que perdurarán en el tiempo como el jonronazo de Agustín Marquetti, el doble de Enrique Díaz para decidir campeonatos, o aquel Armandito el “Tintorero” dirigiendo durante años el coro de sus fieles azules desde las tribunas, el Latinoamericano tiene un gran valor histórico, deportivo, y cultural, por lo esperamos que algún día sea declarado Monumento Nacional. Allí nos vemos.

(Tomado de Tribuna de La Habana).

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