Cuba puede ser referencia global en la agroecología

Cuba puede ser una referencia global en la implementación de la agroecología y, de esta forma, convertirse en una de las señas identitarias de la isla para el resto del mundo, consideran expertos.

La mayor de las Antillas es uno de los países que menos agroquímicos utiliza, ya sea por razones voluntarias o involuntarias, como el bloqueo estadounidense, y tiene además una biocapacidad generosa por encima de la media global, explicó a Prensa Latina el jefe de Cooperación de la Unión Europea en Cuba, Juan Garay.

La agroecología, subrayó, es más que agricultura ecológica, es la manera de cuidar la Tierra y todos los ciclos naturales, de alimentar a la sociedad de manera sana y equilibrada.

Por lo tanto, implica no solo la ecología y la agricultura como formas de producir alimentos, sino también que acompaña las conexiones con los ciclos en la naturaleza, agua, microelementos, biodiversidad, bosques, minerales, y todos esos ciclos integrados entre sí.

En el caso de Cuba, a esta práctica se suma una población valiente, resiliente, abnegada y muy formada, y simplemente requiere que una proporción importante de jóvenes laboren esas tierras, capten más usufructos y tengan los apoyos para tener una vida cómoda y agradable en el campo, opinó.

Garay recordó que en la isla existe una gran capacidad profesional, con institutos o centros investigativos en casi cada municipio de la nación –potencialidades que no existen en todos los países del mundo–, y cuenta con posibilidades de formación, investigación, difusión y sobre todo de innovación.

Hoy analizamos, dijo, cómo establecer en esos municipios lugares de creación y diseños de prototipos para aplicar nuevas maneras sobre cómo utilizar la energía, los aperos del campo o los equilibrios del agua.

Aunque para ello es necesario movilizar muchos conocimientos, reflexionó, tampoco es indispensable ser graduado universitario o alcanzar una maestría para que un campesino utilice la agroecología, pero sí se requiere rescatar muchos saberes tradicionales.

A veces los grandes maestros no son los catedráticos, añadió, sino los propios campesinos quienes están innovando desde hace 20 años y aprendieron de sus padres, ahí está un saber fundamental, porque son lo suficiente milenarios como para cuidar la tierra.

Tenemos que desaprender muchos conceptos para transformar la matriz de una agricultura intensiva, continuó, pues a veces solo prima obtener una producción máxima sin tener en cuenta el equilibrio del planeta.

En la isla ya existe mucho conocimiento, personas con ganas de trabajar y campos baldíos que pueden incrementar las hectáreas que ya están en producción con este tipo de agricultura ecológica.

Entonces, existen todos los elementos para que Cuba no requiera importar un grano de ningún alimento, aseguró.

Sobre el trabajo de la Unión Europea en Cuba, Garay refirió que desde hace 20 años poseen programas de apoyo a la agricultura y a la seguridad alimentaria.

Actualmente trabajan en el programa de Seguridad Alimentaria y Sostenible con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y con el Ministerio de la Agricultura como órgano rector de la actividad en todo el país.

Pero también colaboran en el desarrollo del plan de soberanía alimentaria y nutricional, en el anteproyecto de una ley.

Unido a estas acciones, también se encuentran en la fase del diseño de las bases de una nueva programación de cooperación orientada hacia el municipio sostenible, en un acompañamiento al proceso que ocurre en el país para establecer una gobernanza municipal descentralizada.

Por último, remarcó el inicio de un proyecto sobre turismo agroecológico. “Tenemos la ilusión que primero participen decenas de fincas, luego centenas y después que miles tengan las capacidades para acoger a personas e inspirarlos en esa forma de vida”, acotó.

Esa red de posibles fincas para la práctica de un turismo agroecológico podría tener muchísimos efectos positivos, como facilitar ciertos insumos a los campesinos para sus inversiones en la agricultura, en una vida más cómoda y agradable en el campo, así como medios de transporte, comunicación, agua, y para el uso de fuentes renovables de energía.

Pero también establecer una conexión con personas sensibles en todo el mundo que van a irradiar esas ideas de Cuba.

Con este proyecto de turismo agroecológico podemos atraer a muchísima gente dentro y fuera del país a esa magia dentro del campo, se trata de una apuesta valiente por un mundo sano y cuidado.

La isla va a multiplicar sus muchos amigos, porque yo le digo, quien conoce Cuba se enamora de ella.

(Tomado de Prensa Latina)

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