Reunía Ignacio Agramonte y Loynaz la fiereza y el valor indómitos de los que dan la vida por el bien de la Patria, a la vez el refinamiento y educación perfecta.
Martí dijo que era un ángel para defender, y un niño para acariciar. Era un diamante con alma de beso. Fue abogado, conoció las desigualdades de la sociedad y las atrocidades del colonialismo causante del sufrimiento de las familias cubanas, y también uno de los redactores de la primera constitución en Guáimaro.
Ignacio Agramonte alcanzó el grado de Mayor General en el Ejército Libertador. Sobre las excepcionales dotes combativas de Agramonte, Fidel expresó: Si queremos saber cómo deben ser nuestros tanques en la hora del combate: deben ser como la caballería camagüeyana de Ignacio Agramonte, en el rescate de Sanguily. A 180 años de su natalicio, Agramonte inspira.
(Tomado de Radio Reloj).
