Más de dos siglos después del inicio de los primeros procesos independentistas en nuestra región, la fundación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), en diciembre de 2011, significó un hito. No fue un hecho casual, mucho tuvieron que sufrir, aprender y batallar nuestros pueblos para llegar a ese renacer que trajo consigo aquel memorable suceso.
El ascenso de gobiernos de izquierda que se produjo en varios países latinoamericanos y caribeños durante los primeros años de este siglo fue un elemento esencial para avanzar en la definitiva concreción de ese organismo integracionista, cuyas bases se sentaron formalmente en la I Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo (CALC), celebrada en Salvador de Bahía, Brasil, en diciembre del 2008.
Por primera vez en la historia la región se había propuesto unir en un mecanismo de integración a las 33 naciones de Nuestra América, sin presencia extrarregional, ni intereses imperialistas de por medio. Ya la historia muchas veces había demostrado que juntos estábamos mejor preparados para superar nuestras diferencias y aunar intereses comunes, sin que ello implicara de ninguna manera la pérdida de identidad para nuestros pueblos.
La lección estaba aprendida entonces: en la diversidad que nos distingue habita también una entrañable riqueza.
Al sur del río Bravo
Al sur del río Bravo los pueblos vivían un nuevo despertar. Para dar cumplimiento a lo acordado en la Cumbre del 2008, tuvo lugar en la Riviera Maya, Quintana Roo, México, en febrero del 2010, la II CALC, conocida como la Cumbre de la Unidad. Allí se decidió la creación de un organismo regional que fusionara al Grupo de Río y la CALC, en el cual estarían unidas las 33 naciones de Nuestra América.
El gran reto estaba en alcanzar que dicha organización lograra consolidar y proyectar, a nivel global, una identidad latinoamericana y caribeña con fundamento, que fuera capaz de convertirse en “la voz” de la región en los más diversos escenarios.
Tres grandes quijotes: Fidel, Chávez y Lula, fueron los principales impulsores de este trascendental sueño que se convertiría en realidad en diciembre de 2011, cuando Venezuela acogió la Cumbre fundacional de la CELAC. Sería allí cuando Raúl, en un discurso histórico y contemporáneo, definiera a esta organización como “nuestra obra más preciada”, cuyo propósito es consolidar una región unida y soberana, comprometida con un destino común.
En términos estratégicos -decía entonces el General de Ejército- nos brindará el instrumento político requerido para aunar voluntades, respetar la diversidad, resolver diferencias, cooperar por el bien de nuestros pueblos y solidarizarnos los unos con los otros.
Hacia ahí han estado encaminadas las principales acciones de la CELAC en sus 11 años de fundada, en los cuales se han realizado seis cumbres de jefes de Estado y de Gobierno: I Cumbre, Chile, enero de 2013; II Cumbre, La Habana, enero de 2014; III Cumbre, Costa Rica, enero de 2015; IV Cumbre, Ecuador, enero de 2016; V Cumbre, República Dominicana, enero de 2017; y VI Cumbre, México, septiembre de 2021.
De especial trascendencia para la región resultó la II Cumbre, que tuvo lugar en La Habana, tras concluir la presidencia pro tempore de Cuba en el organismo regional. El trabajo llevado a cabo en su año de presidencia permitió a Cuba consolidar su papel en el ámbito regional e internacional, marcando algunos hitos para la consolidación de la CELAC y el acercamiento de sus países miembros.
Fue ese un periodo en el que se logró un mayor involucramiento de los países del Caribe en las iniciativas de la Comunidad; se aprobaron 30 documentos: Declaración Política de La Habana, Plan de Acción de la Habana y 28 Declaraciones Especiales sobre diversos temas; se estableció el Foro China-CELAC, el más activo durante los últimos años, que ha beneficiado a los estados miembros; y se aprobó la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz.
Tras diferentes momentos de cambios vividos en nuestra región, marcados por conflictos internos en varios países, los intentos cada vez más frecuentes del gobierno de los Estados Unidos por ampliar su política injerencista, y el complejo escenario provocado por la pandemia de la COVID-19, las acciones llevadas a cabo por México durante su presidencia pro tempore, dieron un nuevo impulso a la Comunidad.
Al empuje del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, se debe gran parte del éxito de la VI Cumbre y el reimpulso de la CELAC -no solo en proyectos, sino también en hechos- como organismo verdaderamente propio.
La presidencia de Argentina, en el 2022, dio continuidad a ese renacer de la organización y deja, según coinciden en señalar expertos en el tema, un balance muy positivo para la región. Además, de las múltiples reuniones a diferentes niveles llevadas a cabo durante el periodo, en el pasado año se logró retomar intervenciones en las Naciones Unidas sobre temas como el desarme nuclear, la descolonización y el bloqueo contra Cuba.
Como colofón de un arduo periodo de trabajo, este 24 de enero tendrá lugar en Argentina la VII Cumbre de la CELAC, otro momento histórico para nuestra región que estará marcado por el regreso de Brasil a la Comunidad, de la cual no formaba parte desde el 2020.
Lograr consensos nunca ha sido tarea fácil. Unidad, en medio de la diversidad, respetando aquello que nos hace diferentes es principio supremo de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. La verdadera integración regional, esa que nos permita salvar a nuestros pueblos del aislamiento y la pérdida de su soberanía, tendrá que ser siempre a favor de intereses comunes, de respetar identidades, de conceder espacio y voz a todos, a pesar de las diferencias.
(Tomado de ACN)