El futuro del cocodrilo cubano (Crocodylus rhombifer), considerado el de menor rango de distribución geográfica en el mundo, está lleno de incógnitas y en gran medida depende de su capacidad para adaptarse a nuevas condiciones en su entorno.
La conservación de la especie exclusiva de la isla caribeña, que habita fundamentalmente en el humedal Ciénaga de Zapata, es prioridad para los científicos y las autoridades, en primer lugar por su importancia ecológica, y también porque deviene atractivo turístico.
Factores como la caza ilegal, el cambio climático y la hibridación con el cocodrilo americano (Crocodylus acutus) impactan en la sobrevivencia del saurio endémico, y demandan nuevas investigaciones y acciones para protegerlo.
Sobre esos y otros temas dialogan los principales expertos por estos días, del 18 al 23 del presente mes, durante el VII Taller Nacional sobre el cocodrilo cubano, que tiene lugar en Ciénaga de Zapata para profundizar en el manejo de esos animales en vida libre y cautiverio.
La ciencia y la tecnología devienen aliadas de quienes procuran entender mejor esta importante especie, buen ejemplo de ello lo constituyen los estudios de ADN ambiental, material genético que los organismos arrojan al medio ambiente, para detectar así su presencia.
El uso de plataformas de monitoreo y reporte espacial como Cybert Trake y SMART, empleadas con éxito en el orbe para el seguimiento de la vida silvestre, también demuestran su efectividad para ampliar el conocimiento acerca del C. rhombifer.
Según explica el biólogo Etiam Pérez Fleitas, ya se emplean etiquetas satelitales colocadas en ejemplares criados en cautiverio y liberados en el medio, con el fin de monitorear su desplazamiento y analizar mejor sus hábitos.
Desde el criadero de cocodrilos de Ciénaga de Zapata se impulsa un proyecto para reintroducir al endémico en los parajes naturales donde una vez reinó como depredador tope.
Uno de los escenarios elegidos es el Refugio de Fauna Canales del Hanábana, que albergó en el pasado la mayor población de C. rhombifer del gran humedal; entre los años 1910 y 1933 más de 90 mil de esos reptiles se extrajeron de la zona.
El ser humano, que lo caza de manera ilegal por su carne y valor como souvenir, tiene en sus manos, paradójicamente, la protección del saurio mediante acciones para salvaguardar su hábitat.
(Tomado de ACN)