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Un crimen contra la inocencia

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Por Gabriela Labrada

El Monumento en La Punta recuerda uno de los sucesos más tristes de la historia cubana en la época de la colonia española.

Ocho estudiantes de Medicina fueron fusilados, injustamente, el 27 de noviembre de 1871. Junto a ellos, cinco hombres negros, abakuás, que decidieron arriesgar sus vidas para intentar rescatarlos.

¿La causa del fusilamiento? Acusar a los jóvenes de profanar el sepulcro del español Gonzalo de Castañón, acto que, años más tarde, el propio hijo de Castañón desmentiría.

El hecho atroz es, hasta el día de hoy, una fecha inolvidable para los cubanos. Cada 27 de noviembre, la juventud cubana desfila desde los brazos del Alma Mater hasta La Punta, para rendirles homenaje, en señal de respeto y honor.

El crimen resultó un ejemplo de furia de los españoles en el poder, hacia la rebeldía de los cubanos. No olvidemos que, solo tres años antes, había comenzado la guerra por la independencia de Cuba.

Eso sí, este acto ha sido uno de los más cobardes en nuestra historia. De dos en dos, los estudiantes fueron llevados con sus manos atadas y, a espaldas del batallón, fusilados de rodilla.

El menor contaba con 16 años; el mayor, con 20. Recodarlos nos permite comprender el por qué constante de nuestras guerras, y, sobre todo, tener claro el punto de retorno al que Cuba no puede regresar.

Este 27 de noviembre a Alonso Francisco Álvarez, Anacleto Pablo Bermúdez y González de la Piñera, José Ramón Emilio de Marcos y Medina, Juan Pascual Rodríguez y Pérez, Ángel José Eduardo Laborde y Perera, Eladio Francisco González y Toledo, Carlos Augusto de la Torre y Madrigal y Carlos de Jesús Verdugo y Martínez, la Patria, solemnemente, los evoca.

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