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Conflicto Cuba – Estados Unidos

  • Política

Desde hace muchos años escuchamos hablar del conflicto Cuba – Estados Unidos. Sin embargo, ¿cuál es la génesis del mismo? ¿desde cuándo existe un interés de Estados Unidos sobre Cuba?. Por supuesto, la historia es muy extensa, y nosotros, en aras del tiempo, trataremos de resumirla, aunque es bien difícil.

Se dice que desde 1777, Benjamin Franklin, habló de la necesidad de conquistar el Mississippi para ser usado contra Cuba o México. Esto, durante la Guerra de Independencia norteamericana o de las 13 colonias. Pero incluso antes, John Adams, figura importante de estas luchas, recogió en una carta la necesidad de anexar a Cuba como parte indispensable para la continuación de la unión, y Thomas Jefferson, en 1805, les dijo a los británicos que, en caso de guerra de los ingleses con España, los norteamericanos se apoderarían de Cuba, por necesidades estratégicas.

Cabe destacar que Estados Unidos no era el vasto territorio de hoy, y que había una parte de Louisiana que estaba bajo poder español, así como la Florida… Resalta entonces, la figura de Luis de Unzaga, gobernador de la Louisiana española, quien se dice aportó material bélico, como pólvora, mantas, uniformes, harina, y dio refugio a barcos de guerra perseguidos por los ingleses, en favor de los independentistas norteamericanos.

Resulta que este señor, fue Capitán General de Cuba en 1782, y durante 3 años, y continuó la ayuda, con espionaje incluido, para la causa estadounidense. Cuentan que se carteaba con Washington y Patrick Henrick. Como decía el comentarista internacional Fritz Suárez Silva: Dicen, y si es mentira, les juro que no son mentiras mías, que Patrick Henrik prometió a Unzaga que, si seguía con la ayuda, Estados Unidos sería un fiel aliado de España.

Por cierto, la metrópoli española, inició un siglo XIX bastante convulso, con una guerra contra Napoleón en 1808, y de ahí, vinieron los procesos revolucionarios latinoamericanos para su independencia. A eso súmele guerras internas, conflictos por sucesión dinástica, retraso en la revolución industrial, y otros males. Ya desde 1818, las relaciones comerciales entre Cuba y Estados Unidos se vuelven importantes, y los yanquis, en su voracidad expansionista, acarician la idea de anexarse a Cuba.  Es más, James Madison, durante su presidencia, en 1810, envió a nuestro país a un agente espacial para contactar con anexionistas y conspirar pues «La posición de Cuba da a Estados Unidos un interés tan profundo en el destino de esa isla, que, aunque pudieran permanecer inactivos, no podrían ser espectadores satisfechos de su caída en poder de cualquier gobierno europeo que pudiera hacer de esa posición un punto de apoyo contra el comercio y la seguridad de Estados Unidos».

Jefferson, en 1820, aconsejó al ministro de guerra, John Calhoun, que se apoderara de Cuba en la primera oportunidad. Mientras, en nuestra patria, había una clara corriente independentista, con Félix Varela y José María Heredia como figuras más relevantes, ente 1820 y 1830, pero también había quien quería concesiones del gobierno español o anexarse a Estados Unidos. John Quincy Adams, primero secretario de estado, rehusó atacar a Cuba por temor a un conflicto con Inglaterra, pero, una vez presidente, elaboró la famosa teoría de la Fruta Madura, por la cual, Cuba, inevitablemente, caería en manos de su país, una vez separada de España, sobre todo, para evitar que Cuba, sin España, fuera a caer en las manos de los ingleses. Años más tarde, James Monroe, otro presidente y autor de la famosa Doctrina Monroe, alegaba ante el congreso que «… siempre había visto a Cuba como la mayor adquisición para nuestro sistema de estado». La verdad, la doctrina era una clara amenaza para las potencias europeas, para que no intentaran conquistar más territorios de este lado del océano.

Los estados esclavistas del sur norteamericanos, estaban a favor de la anexión de Cuba, pues pensaban que apoyarían el fenómeno de la esclavitud. James Polk, en 1848, ofreció a España 100 millones de dólares por Cuba. Se intentó en otras ocasiones, como en 1897, donde la suma llegó a 300 millones. En Ostende se reunieron algunos embajadores yanquis, los de España, Francia e Inglaterra, y luego, en una ciudad alemana, determinaron la importancia de comprar Cuba o arrebatársela a España a como dé lugar porque Cuba era considerada un Riesgo para la Seguridad Nacional de Estados Unidos. Ellos veían un peligro en que los esclavos cubanos, se revelaran e hicieran una revolución a lo Haití. Pero el documento Se filtró a la prensa y los abolicionistas protestaron. También la aristocracia española, así que el gobierno yanqui lo guardó para más adelante. Ya en la década de los años 1870, con la guerra de los 10 años en curso, Estados Unidos controlaba los precios de exportación de Cuba, compraba más del 80 por ciento de sus producciones. Con la guerra, el precio de las propiedades descendió mucho, y fue aprovechado por inversores yanquis. Pero, ya en plena Guerra Necesaria, Estados Unidos encontró la oportunidad que necesitaba. Tras la llegada del tristemente célebre Valeriano Weyler y sus crímenes, comenzó una gran campaña orquestada por el famoso Joseph Pulitzer, dueño del New York World, y el magnate William Randolph Hearst del New York Journal. Se dice que sus corresponsales no dudaron en mentir y exagerar todo lo que encontraron, como cuando la joven Clemencia Arango, fue detenida por funcionarios españoles en un barco norteamericano que iría rumbo a Nueva York. La muchacha, bajo sospecha de llevar una carta conspiracionista, fue llevada a una estancia y registrada por una matrona de la policía, pero, Hearst lo transformó en un suceso casi sexual y de acoso indignante, y, aunque Clemencia aclaró todo el tiempo que había sido tratada con respeto, el periódico yanqui nunca publicó una nota de rectificación ni se disculpó. Eso sí, molestó mucho a sus lectores, feroces por la atrocidad bajo la bandera estadounidense. Así se vendió mucho periódico, y la campaña hizo que los estadounidenses se convencieran que era necesario declararle la guerra a España. Como le dijo a un ilustrador que tenía en Cuba: «Ud proporcione imágenes, que yo propicio la guerra» … William McKinley, el que ofreció los 300 millones, envió al USS Maine en febrero de 1898, para proteger los intereses yanquis y como prueba de fuerza. La campaña de la prensa amarillista de Hearst y Pulitzer ya había condicionado la mente de los ciudadanos estadounidenses para prepararlos a entrar en un conflicto con España. Hearst tituló: barco de guerra es partido en 2 por un arma secreta infernal. Se dice que la explosión fue causada por un incendio en el depósito de municiones cercano a las calderas. Como consecuencia, dos meses después Estados Unidos declara la guerra a España, interviene militarmente cuando ya los mambises tenían casi ganada la guerra, después de la batalla Naval de Santiago de Cuba no los dejan entrar a la ciudad, aun cuando los cubanos alertaron que no dejarían que una potencia extranjera sustituyera a otra.

También hubo apoyo desde Estados Unidos, pues los productores de azúcar temían por la entrada a la unión de un competidor formidable en el ramo. De hecho, existe una Enmienda Teller que prohibió la anexión de Cuba a Estados Unidos y que formó parte de la resolución conjunta del congreso que declaró la guerra. Vino el tratado de Paris en diciembre de 1898, Estados Unidos tomó control de Cuba, Puerto Rico, Guam y Filipinas, y, en 1899, McKinley le dijo a Cuba que debía olvidarse de la independencia por el derecho beligerante sobre el territorio conquistado. Como los cubanos dijeron que entrarían en Guerra, algunos estadounidenses idearon una forma de controlar Cuba sin altos costes, con la enmienda de Orville Platt, ley creada para el presupuesto de defensa de 1899, e impuesta en la primera constitución cubana, en 1901 y el resto, bueno, ya usted lo conoce.

Por: Mario Herrera

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