El Fanguito: barrio de los cambios y de la esperanza (+Fotos)

«Cuando se quiere se puede», nos dijo el hombre subido sobre una acera ancha, muy cómoda y recién terminada. Justo donde antes había pura tierra y piedras. A su lado otro vecino, sentado sobre una silla de ruedas, se acordó del Comandante en Jefe Fidel, porque «él dejó la idea, el concepto; quiso, hizo mucho; y ahora mire, se va haciendo lo pendiente…».

La escena pertenece a la barriada de El Fanguito, sobre las márgenes del río Almendares y ubicado en el consejo popular de El Carmelo, del capitalino municipio de Plaza de la Revolución. En verdad allí el olor de lo nuevo va sustituyendo lo que huele añejo. Todo en ese paisaje encajado en una hondura de la ciudad se está moviendo, y la gente está contenta porque siente que el cambio, para bien, es una posibilidad alcanzable.


«¿Ustedes están observando que las cosas mejoran?», preguntó en más de una ocasión el Jefe de Estado a los vecinos, los mismos que le saludaban afectuosamente y a los cuales el dignatario les dijo: «Aquí lo que hemos planteado es que las entidades apoyen al barrio, pero las cosas las decide el barrio a partir de lo que ustedes decidan y les consulten».

El Presidente recordó a los pobladores que las ideas se aprueban en la Asamblea Municipal del Poder Popular, y que «dentro de todas las prioridades, como no tenemos recursos para resolverlo todo, en la misma medida en que ustedes digan se prioriza esto, o se prioriza lo otro, se va avanzando. Y que lo que estamos haciendo se haga sostenido: que siempre quede después un sistema de trabajo, de participación que permita mantener y buscar más bienestar».

La ruta de la visita incluyó el Joven Club de Computación, y un espacio donde se está rehaciendo lo que será sede del Sistema de Atención a la Familia (saf); la Secundaria Básica Vicente Ponce; el Palacio de Pioneros; un consultorio del médico de la familia; la escuela primaria Amistad Cuba-México, y la bodega El Fanguito, de las calles 19 y 32.

Díaz-Canel también caminó por entre las casas de la barriada, se adentró por pasajes, saludó a todos, y se detuvo, especialmente, ante cada ama de casa, ante alguna anciana que le pedía se hiciera una foto con la bisnieta de la familia, ante las resistentes mujeres que al paso del Jefe de Estado decían: «Ay, Dios mío…», o gritaban vivas a la Revolución y al Presidente que las había ido a ver.
 

El Primer Secretario del Partido intercambió con el pueblo e indagó sobre las acciones que se acometen en el barrio. Foto: Estudios Revolución.

UN BREVE MUNDO EN REVOLUCIÓN

Leira Sánchez Valdivia, primera secretaria del Comité Municipal del Partido en Plaza de la Revolución, explicó a los periodistas que el consejo popular de El Carmelo tiene 15 circunscripciones, y que en El Fanguito –barrio cuyos asentamientos poblacionales datan de los tiempos de la colonia– hay dos de ellas.

El nombre de la barriada, según contó Leira, tiene que ver con una gran inundación que hace mucho tiempo dejó una ola de lodo, y ese fango comenzó a ser recordado, de generación en generación, como El Fanguito.

El lugar también está marcado por la historia: más de un joven revolucionario, torturado y asesinado por la dictadura de Fulgencio Batista, apareció tirado por aquellos predios. Y eso explica que en el vecindario haya un sitial de homenaje, tradicionalmente visitado por los niños y por el pueblo, y que ahora emerge remodelado.

El Fanguito, de unos 1 580 habitantes, ha vivido en estos tiempos transformaciones como el establecimiento de redes para el abastecimiento de agua a la población. Ese, según detalló Leira Sánchez a la prensa, ha sido «el cambio de mayor impacto»: se le dio agua a la población que está ubicada desde la calle 32 hasta la rivera del río Almendares. Así se beneficiaron 165 núcleos y más de 500 personas.

En el barrio también fueron atendidos los temas de las aguas negras; se construyó una fosa que era necesaria para los drenajes; se asfaltaron calles y pasajes; se restauran las instalaciones de uso público y también las casas, y hasta se levantan viviendas desde sus cimientos. A esas acciones, Leira, en una explicación ofrecida al Presidente, sumó los emprendimientos de corte social, el trabajo de prevención. Ella recordó que justamente este viernes se cumplían 21 años del programa de la Revolución creado por el Comandante en Jefe Fidel para fortalecer el movimiento de los trabajadores sociales.

«Desde que entramos en este proceso de rehabilitación integral –afirmó la dirigente partidista al mandatario– hemos tenido la oportunidad de compartir con una población que ha asumido con increíble voluntad su propia transformación y que participa constantemente con sugerencias, con críticas, y con acciones».

En la visita, Díaz-Canel preguntaba sobre múltiples temas: quiso saber si hay previstas labores de drenaje que impidan posibles inundaciones; volvió sobre ideas que expresaran los jóvenes de la Universidad de La Habana, como la de un mecanismo de mensajería; indagó sobre lo que se hizo para hacer llegar el agua a las viviendas; y si los beneficiarios están tomando parte en la construcción de sus propios inmuebles.

Así como el deterioro se da como una reacción en cadena, la restauración y la limpieza también pueden resultar contagiosas, y eso es lo que está sucediendo en El Fanguito: se han sumado artistas y artesanos de allí, y lo agradable a la vista se va abriendo paso. Zenaida Cabrera Arango, delegada de la circunscripción 56 que pertenece a la barriada, declaró a los periodistas que «con estos trabajos de recuperación, la población está muy contenta».

«Esto es una Revolución», afirmó la delegada, quien además contó a la prensa que ella, cuando comenzó su mandato, tenía en su agenda «46 planteamientos envejecidos, y en estos momentos solamente me quedan dos pendientes».
No lejos de la conversación una mujer observaba cómo un grupo de constructores, entre los cuales se encontraba uno de sus dos hijos, preparaban el terreno donde se levantará la futura casa para sustituir la que durante 30 años fue su inmueble, ese que un triste día se fue al suelo en parte, y que después hizo falta echar totalmente abajo.

Con ella, otras seis personas de la familia podrán beneficiarse cuando esté listo el nuevo techo. Ella se llama Tania, y se siente muy agradecida. Su hijo comentó a los periodistas una frase breve y rotunda: «Sin queja…». Y sobre la alegría de la madre, también fue sucinto: «Bueno, ahí está, se le ve…».

Los constructores que llegaron para ayudar se sienten felices porque ven la felicidad de los vecinos. Un hombre, pico en mano, aseguró que ayudar al prójimo «es lo mejor que hay». En otra esquina alguien dijo que habrá que seguir por el bien del barrio. «Todo tiene que cambiar», enfatizó un anciano. Y así se fueron encadenando los ánimos.

«Cariños para ustedes…», dijo a un grupo de vecinos, hacia el final del recorrido, Díaz-Canel. Se despidió para cumplir con otras tareas de su agenda; y quedó detrás una nube de alegría, un ambiente que nadie podría inventar si se lo propusiera: arrimado a las márgenes del río, y entre farallones, un barrio está viviendo la inundación de la empatía, de la solidaridad, de la esperanza.

(Tomado de Granma)

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